GUANAJUATO| Opinión
“Morenizar Guanajuato” no es tarea sencilla. No bastarán las acciones y determinaciones generadas desde el centro del país con impactos específicos y que no toman en cuenta las distintas realidades que tiene México. Si el objetivo es “Morenizar Guanajuato” se deberá tener un aliado que haga cuña o que sea del mismo palo, como dice el dicho.
Este sábado el candidato a la dirigencia nacional de Morena, Mario Delgado, se sumó al deseo que muchos han externado sobre Guanajuato: dar la campanada nacional y cascar la joya de la corona panista para, en la próxima elección, quedarse con el trofeo.
Pero “Morenizar Guanajuato” requerirá de un trabajo para el cual prácticamente ya no se tiene tiempo a menos que se busque la fuerza del centralismo para mover las preferencias que, al día de hoy, no están del lado del presidente Andrés Manuel López Obrador según las encuestas en esta entidad.
Morena requerirá de un trabajo fino y de liderazgos alejados de la hostilidad. Hoy ese partido político vive en un pleito constante, su vida partidista ha transcurrido en tribunales, en reclamos en redes sociales y cada que pueden, sus diferendos los hacen públicos en los medios de comunicación. Esa no es una comunicación efectiva ni afectiva para generar allegados.
Hoy Morena no tiene una estructura partidista que haya identificado a sus liderazgos en el territorio: en cada calle, manzana, colonia, barrio, comunidad, municipio y que los conozca con nombre y apellido. El padrón de beneficiarios no lo es todo.
El partido del presidente, tampoco tiene una dirigencia sólida encargada de promover la participación social en la vida democrática estatal y convenciendo a ciudadanos de formar parte de su movimiento.
Así que la morenización de Guanajuato deberá entenderse solo sí hay una alianza con quienes tengan ese modelo en mano que pueda hacer frente a un partido hegemónico que hoy es presa de sus propios errores: al PAN solo se le podrá enfrentar empanizando a Morena.
En el PAN han librado sus procesos internos y es allí donde conocen a los liderazgos que un día van con uno y al otro se mueven de bando. El PAN ha formado conveniencias, Morena tiene una cartera para ofrecer. El PAN ha transitado por la nómina gubernamental, Morena hoy tiene también esa posibilidad.
Así que para que la cuña apriete, tendrá que ser del mismo palo. Es cierto que han ocurrido acciones fallidas, pero nunca los tránsfugas del PAN habían tenido la oportunidad que su partido les negó en otra posición.
Hoy ya se comienzan a mover los comités seccionales, se festejan los cumpleaños, se organizan comidas para adherir a la militancia, se hacen llamadas telefónicas para ver si “algo se les ofrece” es el método que se empleó para cohesionar al PAN ante otros partidos políticos pero, el método ahora se hace con Morena.
No por nada en el 2008 Germán Martínez, en ese tiempo dirigente nacional del PAN, arengó que su partido iba a “guanajuatizar” México, porque sabía quien tiene ese know how para mover “almas y corazones” con las mejores ofertas.
Sin embargo los fundadores de Morena lo saben bien. Hacer una alianza de facto con una estructura partidista o política, implicaría el riesgo de entregar la estructura de quienes, en un principio, fueron acérrimos rivales del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Estarán ahí los liderazgos y no de manera marginal, aunque el estigma en política siempre los acompañará: quien traiciona una vez, traiciona dos veces.