El 2 de octubre de 1968 una manifestación de estudiantes terminó en una masacre. La Plaza de las Tres Culturas, en el antiguo barrio de Tlatelolco, en Ciudad de México se tiñó de sangre cuando soldados y un grupo paramilitar irrumpieron el mitin.
Las protestas estudiantiles, que fueron apoyadas por autoridades de la UNAM tras vulnerarse la autonomía de la institución causaron molestia en el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien las veía como una amenaza. Aunque aún se desconoce quién dio la orden para disparar contra los estudiantes, él asumió públicamente la responsabilidad.
Autoridades de la UNAM inauguraron el Monumento a la Ausencia, en el Centro Cultural Tlatelolco, donde 400 pares de huellas rememoran a los asistentes al mitin en la Plaza de las Tres Culturas. Además, en conmemoración del 50 aniversario de la matanza, la UNAM abrió un archivo digital que puede arrojar luz sobre lo ocurrido tras años de opacidad en la información.
El presidente electo Andrés Manuel López Obrador encabezó una guardia de honor en la Plaza de la Tres Culturas de Tlatelolco. Durante el acto, al que asistieron sobrevivientes del 68, López Obrador se comprometió a evitar cualquier actos de represión contra los mexicanos.
Ante el monumento a las víctimas, en el que se depositó una ofrenda floral, López Obrador prometió que bajo su mandato va a “honrar la memoria de los jóvenes estudiantes del 68. La mejor manera de hacerlo, de homenajear y honrar su memoria, es actuando con humanismo y sin represión”.
La sangre de estudiantes y maestros, además de otros asistentes a la manifestación esa tarde de octubre, tiñó la Plaza de las Tres Culturas. 50 años después aún se desconoce la cifra exacta de muertos, heridos y detenidos de manera arbitraria para sofocar el movimiento estudiantil.
La herida de la matanza estudiantil no cicatriza. 50 años después, la sociedad sigue mostrando indignación y dolor, aun cuando analistas políticos y sociales coinciden en que la realidad mexicana supera las condiciones que había en 1968 en el país.