La inteligencia artificial de OpenAI, ChatGPT, ha causado gran sorpresa entre sus usuarios por su gran rapidez y eficacia al momento de formular respuestas. Esto está siendo seguido de cerca por Google, otra de las empresas que investiga este tipo de tecnologías.
Concretamente, la compañía de Mountain View ha activado un llamado “código rojo” para reestructurar parte de las divisiones de investigación de la compañía con un solo fin: trabajar en una inteligencia similar y con las mismas bondades que ChatGPT.
Todo de cerca
Google ya ha hablado de esta inteligencia viral, señalando que, pese a tener tecnologías similares, no son lanzados al público para evitar “manchar su reputación” (en el pasado, múltiples IA fueron acusadas de racistas o xenófobas por sus respuestas).
LaMDA, como se llama la inteligencia artificial de texto de Google, incluso alguna vez entró en polémica luego de que un ingeniero aseguró que el software le pidió un abogado que lo representara.
The New York Times asegura que, desde ahora hasta la conferencia de Google en mayo, “los equipos de investigación, confianza y seguridad de Google y otros departamentos, han sido reasignados para ayudar a desarrollar y lanzar nuevos prototipos y productos de IA”.
El plan es que sus proyectos internos lleguen a un punto avanzado de respuesta coherente como ChatGPT.
ChatGPT es la meca ahora
ChatGPT, la inteligencia conversacional, trata de realizar conversaciones fluidas con el usuario, aunque sin involucrar ‘sentimientos, emociones o pensamientos’. Sus creadores han intentado que, a diferencia de su predecesora llamada GPT-3, no ingrese en temas polémicos como discusiones de política, razas o religiones.
Google señaló anteriormente que, considerar que los buscadores web puedan ser reemplazados por la IA mantiene “una gran cantidad de desafíos”. “La inteligencia artificial puede inventar cosas”, refirió Sundar Pichai en su momento.